miércoles, 3 de diciembre de 2014

"Técnicas creativas para alimentar el deseo de escribir".



Aquí las técnicas que Leonardo Nin nos dio en su visita por el Taller, para ayudar a perder el miedo a la hora de escribir y para apoyarnos en esos momentos en donde encontramos que la escritura es prácticamente imposible por esos momentos en los que estamos "faltos de creatividad". En opinión personal, la mejor receta para escribir bien es leer, leer, leer, leer, re-leer de manera muy devota y adictiva. Ya luego de eso, no está mal seguir las siguientes recomendaciones que el buen Nin nos dejó semanas atrás.

1. "Colapso".
-Escribir en periodos cronometrados ( Por ejemplo, durante un minuto, tres minutos, el tiempo en que nos consideremos capaz de escribir) todo lo que venga a la mente sin parar y sin reparar en lo que se está escribiendo.

Mi ejemplo llevado a cabo durante un minuto:

Quisiera entender para qué rayos me ponen a escribir cuando mi introspección y escepticismo me dicen que esta no es la manera correcta de hacer las cosas. Tengo miedo de escribir cosas divagantes, tontas.

2. "La mentira".
-En el mismo lapso de tiempo tomado para el ejercicio anterior, sin parar, contradecir todo lo escrito anteriormente.

Mi ejemplo:

Disfruté la idea de escribir, sentía cómo las palabras brotaban de mis manos, y brotaban de mis ojos cuando veía el lapicero lacerar el papel y brotaban del curso cuando periféricamente a mi lado, todos hacían lo mismo.

3. Creación en relación al objeto.
-Se elige un objeto. Se escribe sobre lo que se podría imaginar está en alguno de sus ángulos (Qué hay encima del objeto, debajo del objeto, detrás del objeto...)

Mi ejemplo:

Debajo del borrador, está mi carta de despido. Las motas de polvo, que no son más que los restos de palabras vanas y coherentes asignadas en el programa educativo. Debajo del borrador están sus ojos de fiera, sepultados en ese cuerpo de niña de 12 años; con la falda moteada y ese contonear de sus piececitos de zapatos negros. Debajo del borrador está un yo que escribe de Cortázar, de García Márquez, de Bosch,  de personas que estos vástagos hijos de perra nunca conocerán en la vida. Está algo bueno ahí debajo. La sorpresa, el batir de la cama, sus gemidos y nuestras caras satisfechas. 

Debajo de ese maldito borrador que coloqué al llegar a la casa hay un escarabajo que ha quedado aplastado por mi odio de verlo libre e ingenuo caminando por mi mesa. Debajo del borrador hay un escarabajo muerto, por cuyas venas pasaba mi sangre impotente al no poder  sentirla entre mis brazos, al deseo de no tener que conformarme con una celda fría que me aparte de su seno. Debajo de ese borrador estoy muerto, soy el último en la lista. Su perfume me queda y Caronte me sonríe.







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